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Jime


Para los que navegan por aca y no me conocen, soy Jimena ( JIME me dicen todos), quien después de muchas vueltas de la vida por fin se formó en este oficio de ser Pastelera, aunque seré una estudiante eterna, pues siempre tenemos algo que aprender. 


Nací en una familia, donde la comida y los dulces eran y son parte de lo cotidiano. Rodeada de mujeres de manos hábiles y diestras en el arte de la buena cocina. Desde mi abuela María quien me enseñó a hacer buñuelos los días de lluvias, mi madre y su inigualable torta de manzanas, mi tía Alicia y sus cucharadas de merengue italiano, sus relatos mágicos de platos que aún no conozco, sus papas fritas a la madrugada en noches de pijamadas, las empanadas salteñas de mi tía Marco, las pepas y la sopa de mi tía Ramona y las visitas obligadas cada mañana de escuela a la panadería de Eva de la mano de mi papá a buscar esas benditas empanaditas de dulce de membrillo y hojaldre y las tortitas negras… No voy a negar que tuve una niñez llena de azúcar entre otras cosas. 


Los años pasaron y fui aprendiendo a hacer algunas recetas, pero nada indicaba que este sería mi camino. Estudié ciencias económicas y también arquitectura, no terminé ninguna ( pues ese no era mi destino) había cumpleaños que celebrar y yo tenía que hacer tortas y dulces para llenar de felicidad a quien los comiera. Mientras tímidamente comenzaba con algún curso de repostería en el barrio, no dejaba de dibujar y pintar pues lo que se aprende de chico, nunca se abandona, y menos cuando había descubierto la acuarela. 


Había nacido Esmeralda y tomé mi primer curso en el IGA de La Plata, al año siguiente estudié con Juan Manuel Herrera, y mientras tanto hacía mis primeros pedidos y alguna exposición con mi primer emprendimiento. Tenía un sueño de estudiar en el IAG … pero aún estaba lejos. Empecé a armar el espacio donde hoy está la FÁBRICA, pero pasarían muchos años hasta que por fin pudiera comenzar a trabajar allí. Años después cumplí mi sueño, con la ayuda incondicional de Juan, Esme y Panchi, y me recibí de Pastelera Profesional en la escuela que tanto había soñado. 


Fueron llegando, el horno, las batidoras, las bandejas, y moldes, más pedidos, clientes que no me conocían y confiaban en mí … y por fin 8 años después llegué a mi lugar, donde hoy se materializan las porciones de felicidad. Nunca dejé de hacer, ni de buscar, ni de aprender y espero jamás dejar de hacerlo, no importa cuanto tardes ni donde te encuentres vos siempre podés elegir tu destino. 


Gracias por llegar hasta acá. 

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